Entre diciembre de 2019 y enero de 2020 comenzó un brote de una enfermedad respiratoria en la ciudad china de Wuhan, que luego se expandió a otras regiones del mundo. En los pacientes afectados por esta enfermedad, denominada COVID-19, se identificó un coronavirus no caracterizado con anterioridad, al cual se le otorgó el nombre provisional de 2019-nCoV. 

¿Qué son los coronavirus?

Se trata de un numeroso grupo de virus (familia Coronaviridae) capaces de infectar a una amplia variedad de animales, incluyendo también a los seres humanos. Cada especie animal puede ser infectada por un conjunto específico de coronavirus, diferentes a los que pueden infectar a los animales de otras especies.  Sin embargo, algunos coronavirus pueden sufrir modificaciones que les otorgan la capacidad de saltar de huésped e infectar animales de otras especies diferentes a la que infectan habitualmente. 

Los coronavirus que circulan habitualmente entre seres humanos son responsables de infecciones respiratorias y gastroenteritis leves. Por ejemplo, la cuarta parte de los resfríos comunes, aproximadamente, son debidos a infecciones por coronavirus humanos. Pero las infecciones humanas por coronavirus pueden tener consecuencias más graves cuando el virus involucrado ha saltado de especie y proviene de un animal diferente. 

Antecedentes

Durante este siglo se registraron dos brotes previos a COVID-19, provocados por coronavirus que circulaban en otras especies animales y fueron causantes de enfermedades respiratorias graves en humanos. Entre los años 2002 y 2003, el virus denominado SARS-CoV, relacionado genéticamente con el grupo de coronavirus que circula entre murciélagos, fue responsable de un brote de enfermedad respiratoria severa que emergió en la provincia china de Guandong. Diez años después, otro virus relacionado con los coronavirus que circulan en murciélagos, el virus MERS-CoV, produjo un nuevo brote de enfermedad respiratoria severa, que en este caso surgió en la región del golfo Pérsico. En ambos casos se determinó que los coronavirus responsables no fueron transferidos directamente de murciélagos a seres humanos, sino a través de otros animales que actuaron como hospederos intermediarios, en el primer caso la civeta de las palmeras, y en el segundo el camello dromedario. Una vez producido el salto de especie, estos virus se continúan transmitiendo directamente entre seres humanos a través de la vía respiratoria, cuando hablamos, tosemos o estornudamos.

Virus 2019-nCoV

Este virus, también llamado SARS-CoV2, representa otro episodio dentro de las emergencias de coronavirus zoonóticos (que pasan de animales a seres humanos)  provenientes de murciélagos. Se presume que fue transmitido a seres humanos a través de otra especie animal intermediaria, que aún no ha sido identificada. 

A diferencia de los brotes producidos por SARS-CoV y MERS-CoV, que resultaron mayormente contenidos en sus respectivos ámbitos geográficos de origen, y dieron lugar a un número limitado de casos en un período de tiempo inferior a un año, este brote se ha expandido a nivel global y ha afectado ya a decenas de miles de personas en los cinco continentes. Las causas del comportamiento diferente de este brote son desconocidas aún, pero se puede especular acerca de una multiplicidad de factores determinantes diferentes, de índole biológica, ecológica, climática, demográfica, cultural, etc., que podrían estar concurriendo para que este nuevo brote resulte especialmente intenso. 

Situación actual y perspectivas

De la información publicada por la Organización Mundial de la Salud al cierre de esta nota (27 de febrero de 2020), se desprende que el total de personas afectadas por el brote de COVID-19 asciende a más de 80.000 en todo el mundo, de las cuales casi el 96% corresponden a casos registrados en China, y el resto se distribuye en otros 46 países, en los cinco continentes. La mortalidad asociada a COVID-19 en China asciende hasta el momento a 3,5%, pero en el resto del mundo es inferior (1,5%). Las personas que presentan mayor riesgo de padecer enfermedades severas, y también mayor mortalidad, son los ancianos que, además, padecen enfermedades de base previas, como diabetes, obesidad mórbida o problemas cardiovasculares.

Las diferencias de este brote respecto a los anteriores producidos por SARS-CoV y MERS-CoV no permiten predecir cuál será la evolución de COVID-19 en el futuro inmediato y mediato, y tampoco cuáles serán las consecuencias a largo plazo. En cualquier caso, la repetición por tercera vez en 20 años de la emergencia de coronavirus zoonóticos capaces de producir brotes de enfermedades respiratorias severas, permite presumir que estos episodios se repetirán en el futuro, lo cual plantea la necesidad de profundizar los estudios sobre la ecología de estos virus, como así también de mejorar los instrumentos de detección temprana, alerta e intervención, que claramente en este caso no han sido suficientes para controlar la expansión del virus.

Dr. Juan D. Claus, Profesor de Virología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (FBCB-UNL)