Siguiendo una tendencia marcada en el ingreso a la universidad, hay más mujeres que varones que eligen estudiar una carrera en el nivel superior. En cuanto al egreso, las cifras también demuestran que las chicas tienen mejores desempeños: se reciben en menos tiempo que sus compañeros varones y también en mayor cantidad. Consultada por LT10, la secretaria de Ciencia y Técnica, Erica Hynes explicó que esa igualdad en el acceso a los estudios universitarios, no se mantiene cuando se analizan las posibilidades de desarrollar una carrera científica: “hay más universitarias, más becarias del Conicet, más mujeres investigadoras asistentes, pero cuando se analizan las categorías superiores –como profesor titular o investigador superior- ahí se encuentran menos mujeres que varones”. En ese sentido, sostuvo que “la ciencia sigue siendo un ámbito tan difícil como para cualquier otro para las mujeres. Empiezan masivamente en los primeros escalones de la carrera científica, de hecho en la Argentina hay muchas investigadoras y si contamos los números absolutos entre mujeres y varones, estamos en paridad con ellos. Pero cuando comienzan a aumentar las responsabilidades, la capacidad de toma de decisiones, la dirección de proyectos, la posibilidad de tener a cargo grupos y dirigir institutos, las mujeres son cada vez menos numerosas”. 

Para pensar este fenómeno hay muchas metáforas, agregó, tales como el ‘techo de cristal’, el ‘piso pegajoso’ o ‘las cañerías que pierden’, que “permiten graficar esa situación en la que encontramos muchas mujeres en el ingreso a la carrera científica, pero no la misma cantidad al final de esa trayectoria. De lo que se trata ahora es de buscar las causas, buscar dónde y porqué ocurren estas pérdidas que hacen que lleguen menos mujeres”.

Los costos de la ciencia
En la búsqueda de las múltiples causas que generan estas desiguales condiciones, Hynes señaló que “una de las que tiene un impacto muy fuerte es que las labores de cuidado de los niños siguen estando en manos de la mujeres. Frente a una responsabilidad que debería estar repartida por igual en los hogares que están conformados por dos adultos, en realidad las mujeres dedican alrededor de 6 o más horas diarias a la casa, mientras que los hombres dedican dos, en el mejor de los casos. Esas labores de cuidado que no son remuneradas, no son visibilizadas, afectan  a todas las mujeres trabajadoras, y a las científicas en particular”. 
Por eso, “hay mujeres que pagan un gran costo por la carrera científica”, afirmó luego Hynes, para referirse al costo social, familiar y en elecciones personales –como la maternidad- que se ven afectadas por la desigual distribución de las tareas domésticas y de cuidado, y el juicio que pesa sobre las que se atreven a desafiar los mandatos culturales para seguir su vocación científica.
“Como dice Dora Barrancos, no habrá revoluciones en los laboratorios si primero no ocurre en los hogares”, subrayó la secretaria de Ciencia y Técnica de la UNL. Si bien frente a otros ámbitos, como el de las grandes empresas internacionales, el ámbito académico podría parecer menos desigual, “el patriarcado es un sistema que impacta en todos los oficios y profesiones, atraviesa nuestras costumbres y la forma en la que fuimos educados”. 
Finalmente, Hynes explicó que “desde la UNL ponemos el foco en la ciencia porque muchos hogares que están integrados por científicos y científicas, y es desde la Secretaría que podemos sensibilizar y tratar que la opinión sea más sofisticada, que no esté dada por prejuicios o estereotipos, y que nuestros científicos puedan tener otros insumos para tomar decisiones, no solo académicas sino también personales”.