La investigación científica y tecnológica está incorporada al entramado económico, político y cultural que define la identidad de un país. Hay algunos casos en los que no está bien definido si el proceder científico va por las vías correctas: para eso existen en la UNL, en el país y en el mundo los Comités de Ética que analizan los problemas éticos en diferentes campos de investigación.

En el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo y bajo el lema establecido por la UNESCO “Generar confianza en la ciencia”, la propuesta radica en dar visibilidad a los Comités de Ética en la UNL como un espacio para pensar y deliberar sobre los aspectos éticos de la actividad científica. Por ello, se entrevistó a tres expertos de la UNL: María Eugenia Chartier, docente-investigadora e integrante del Comité Asesor de Ética y Seguridad de la Investigación de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB-UNL); Alejandro Trombert, docente-investigador e integrante del Comité Asesor de Ética y Seguridad de la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC-UNL) y Juan Carlos Alby, docente-investigador e integrante de los Comité de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM-UNL) y del Comité de Ética la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC-UNL); como así también, miembro del Tribunal de Ética de la UNL.

“En toda investigación se debe garantizar la validez del conocimiento científico y su  justificación ética”, sostiene Chartier y añade “esto significa que debemos construir una ciencia de calidad, garantizando la idoneidad de los protocolos de investigación, la formación permanente de los investigadores e investigadoras, las condiciones adecuadas para la realización de la investigación, la comunicación y transferencia de sus resultados. También es importante fomentar la transparencia en las decisiones políticas y la financiación económica para el desarrollo científico y determinar las responsabilidades de todos los actores involucrados en el proceso. Desde el punto de vista ético, justificar la investigación implica evaluar si el conocimiento está orientado a resolver un problema real, si es relevante y aporta valor social, si cumple con principios éticos que garantizan el respeto por la autonomía de los seres humanos, la confidencialidad, la intimidad y privacidad, la protección de las poblaciones vulnerables y las generaciones futuras, el respeto por el pluralismo, la beneficencia y no maleficencia, la justicia, el cuidado y protección del ambiente, entre otros”.

“Histórica y geográficamente se han ido desarrollando diferentes formas para acceder al conocimiento, por ejemplo, el arte y la religión, pero en las sociedades contemporáneas la ciencia ha adquirido un rol clave y su confianza está basada en el concepto de evidencia entendida como prueba”, indica Trombert y continúa  “La ciencia siempre está dispuesta a corregir, ampliar o mejorar en todo momento. Podría parecer extremadamente pragmático pero la ciencia funciona y da respuestas. Vemos sus productos en la sociedad: los conocimientos científicos, pero también sus aplicaciones tecnológicas como las telecomunicaciones, los fármacos, las vacunas, la producción de alimentos, la búsqueda de nuevas formas de energía y nuevos materiales, por nombrar solo algunos ejemplos”.

“La ética debe intervenir porque no todo lo científicamente posible es humanamente aceptable. Allí se encuentran precisamente los límites de la investigación y es en donde debe discernir la ética”, manifiesta Alby y prosigue “la verdadera ciencia tiene como móvil interior la búsqueda de la verdad, mientras que el cientificismo, que no es ciencia, sino que es una caricatura de la ciencia, es ideología de la ciencia que, como en toda ideología, su motor no es la búsqueda de la verdad sino la voluntad de poder y es ahí donde debe estar el ojo crítico del Comité de Ética para distinguir esas fronteras y aportar claridad”. 

Científicamente probado

Hay frases en los medios de comunicación que dejan huella: “Está científicamente probado” es una de ellas y se utiliza comúnmente en las publicidades con el objetivo de  promocionar  un producto dedicado al bienestar, belleza y salud. Como así también, “no hay suficiente evidencia científica sobre este tema”. Pero, ¿Por qué confiamos y/o por qué desconfiamos de esos enunciados? 

Una de las razones es porque “si expresiones como estas se utilizan de manera incorrecta o con fines no aceptables, socavan la confianza de los ciudadanos en la ciencia. Por eso es tan importante la comunicación del conocimiento científico, tanto en lo que respecta a las publicaciones que se realizan para la misma comunidad científica como en lo que refiere a la divulgación del mismo para la comunidad en general. En este sentido considero que es importante dar a conocer los resultados de una investigación pero también es necesario comunicar qué hace que un conocimiento sea científico o no”, explica Chartier.

De ahí que los tres expertos consultados hacen hincapié en que una recomendación que ayude a generar confianza en la ciencia se basa en una comunicación de la ciencia rigurosa y de calidad. “Hoy el público está muy expuesto debido a la facilidad con que se difunde la información, particularmente en las redes sociales;  por ejemplo, he notado cierto abuso en el recurso a la física cuántica en el yoga y en otras prácticas que provienen de Oriente y que consisten más en creencias religiosas que en postulados científicos. Por ello, disponer de instrumentos de divulgación seria, que lleguen al público pero que al mismo tiempo mantengan rigor científico, representa un desafío a afrontar de cara al nuevo milenio”, argumenta Alby.

Es en este sentido que los tres entrevistados también coinciden en brindar una definición precisa de ciencia dado que es un término polisémico. En  este marco se basan en la Recomendación sobre la Ciencia y los Investigadores Científicos brindada por la UNESCO, en la cual  se define a la actividad científica como “un proceso en virtud del cual la humanidad, actuando individualmente o en pequeños o grandes grupos, hace un esfuerzo organizado, mediante el estudio objetivo de los fenómenos observados y su validación a través del intercambio de conclusiones y datos y el examen entre pares, para descubrir y dominar la cadena de causalidades, relaciones o interacciones; reúne subsistemas de conocimiento de forma coordinada por medio de la reflexión sistemática y la conceptualización; y con ello se da a sí misma la posibilidad de utilizar, para su propio progreso, la comprensión de los procesos y de los fenómenos que ocurren en la naturaleza y en la sociedad”.

Pérdida de la inocencia

“Es en el contexto post Núremberg en el que, perdida la inocencia de la ciencia, de la Física en Hiroshima y Nagasaki y de la Medicina y las Ciencias de la Vida en Auschwitz​ y otros lugares del horror, se plantea la obligatoriedad de la evaluación independiente, que implica que los aspectos metodológicos, éticos, legales y sociales de cualquier protocolo de investigación en el que participen personas, o se utilicen sus muestras biológicas o datos personales, deben ser evaluados por un Comité de Ética de la Investigación (CEI)”, expresa Trombert.

“Un CEI es un grupo multidisciplinario,  multisectorial e independiente de profesionales de la salud y  de otros campos del conocimiento, miembros de la comunidad, equilibrado en edad y sexo, que tiene por objetivo contribuir a salvaguardar la dignidad, derechos, seguridad y bienestar de los/as participantes actuales y potenciales de la investigación, asegurando que los beneficios e inconvenientes de la investigación sean distribuidos equitativamente entre los grupos y clases de la sociedad así como resguardando la relevancia y corrección científica del protocolo de investigación que se somete a su consideración”, continúa Trombert, tomando como fuente el texto: “Comités de Ética de la Investigación”, escrito por Susana Vidal (2017) Fuente: https://salud.gob.ar/dels/printpdf/129

Antecedentes en la UNL

En la UNL existen cuatro comités vinculados principalmente con aspectos éticos de las investigaciones. El primero de ellos, el “Comité Asesor de Ética y Seguridad de la Investigación” que fue creado en 2006 en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (Resolución CD FBCB N° 229/06). Al año siguiente, se crea el “Comité Asesor de Ética y Seguridad” en la Facultad de Ciencias Veterinarias (Resolución CD FCV N° 010/07). 

En el año 2012 (mediante Resolución CD FCM Nº 067/12) se creó el “Comité de Bioética” de la Facultad de Ciencias Médicas y, más recientemente, en el año 2022 se creó el “Comité Asesor de Ética y Seguridad” de la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC) (Resolución CD FHUC N° 130/22).

“Más allá de las particularidades disciplinares y especificidades de cada comité, el objetivo es poder asesorar a las autoridades -Consejos Directivos y Decanos/as- en lo que refiere a aspectos éticos y de seguridad vinculados a la ejecución de proyectos de investigación, desarrollo, extensión y proyectos de tesis de posgrado que se lleven a cabo en el ámbito físico, o requieran del aval institucional de la unidad académica”, menciona Trombert, basándose en documentos institucionales UNL (Resolución CD FHUC N° 130/22).