El Dr. Ramón Carrillo fue el gran sanitarista Argentino. Carrillo pregonó humanizar la medicina y exhortó a sus pares a pensar socialmente.
 

Sus comienzos
Nació en la ciudad de Santiago del Estero un 7 de marzo de 1906, y llegó a convertirse no sólo en el primer Ministro de Salud Pública que tuvo la Argentina, sino en quien el tiempo reconocería como mentor y ejecutor del Plan Sanitario mejor diseñado y ejecutado en el país.
Cursó la Carrera de Medicina en la UBA, donde se  interesó por la neurología y la neurocirugía convirtiéndose en un profesional destacado en estas especialidades. Completó su formación profesional  en Europa.
Regresa al país en plena “Década Infame” (1930-1943) dedicándose a la investigación y a la docencia  hasta que en 1939 asume como responsable del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central. Este cargo le permite conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país. Toma contacto con las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar, procedentes de toda la Argentina, y puede comprobar la prevalencia de enfermedades vinculadas con la pobreza, sobre todo en los aspirantes de las provincias más postergadas.     
Renunció al prestigio y la tranquilidad que le podía brindar tal carrera para dedicarse al desarrollo de la medicina social (sanitarismo), desde donde podía realizar y concretar sus ideas sobre salud. Complementa su educación científica con ideas políticas y formación cultural.
Aprovechando la oportunidad que le brindaba el ascenso del Partido Peronista, en 1946 decidió dedicarse a atacar las causas de las enfermedades desde el poder público a su alcance. Es así que se convirtió en el primer ministro de Salud Pública que tuvo la Argentina. Por ocho años desarrolló una innovadora y muy valiosa labor, a la que renunció en julio de 1954.  Debió permanecer fuera del país. Exiliado, enfermo, políticamente perseguido y tras padecer con su familia grave pobreza, falleció en Belem do Pará, Brasil, el 20 de diciembre de 1956.
Difícil es enumerar la prolífera obra del Dr. Carrillo frente a esta cartera. Lleva a cabo acciones que no tienen parangón hasta nuestros días. Esta revolución sanitaria, diseñada y llevada adelante por Ramón Carrillo, aumentó el número de camas existentes en el país, de 66.300 en 1946 a 132.000 en 1954, cuando se retira. Erradicó, en sólo dos años, enfermedades endémicas como el paludismo, con campañas sumamente agresivas. Hizo desaparecer prácticamente la sífilis y las enfermedades venéreas. Disminuyó el índice de mortalidad por tuberculosis de 130 por 100.000 a 36 por 100.000. Terminó con epidemias como el tifus y la brucelosis. Redujo drásticamente el índice de mortalidad infantil del 90 por mil a 56 por mil.
Todo esto, dando prioritaria importancia al desarrollo de la medicina preventiva, a la organización hospitalaria, a conceptos como la “centralización normativa y descentralización ejecutiva”. Quizás una de sus frases más celebres nos indique que aún su obra está inconclusa... “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.”

La Escuela Superior de Sanidad que funciona en el ámbito de nuestra Facultad recibe desde el año 1974 el nombre de “Dr. Ramón Carrillo” en reconocimiento a este gran sanitarista y primer ministro de Salud Pública que tuvo este país.